sábado, 31 de julio de 2010

Fina como la morcilla

Una historia real 100%, tanto que asusta… de cómo alguien puede gastarse en la ropa que lleva puesta más que otros en un coche nuevo y arruinar totalmente su imagen por cuestiones de estilo, conjunción, educación y actitud. De cómo hay ocasiones en que, por mucho que se quiera aparentar, no es que la mona vestida de seda se quede en mona, sino que sólo le falta comer un bocata de tuercas para completar una imagen realmente estremecedora.
En esas webs de Dios un día se cruzó por mi perfil una señorita, adornada por el nick Jezabel (elección sin duda peculiar, tanto si se refiere a la bíblica esposa de Acab cuanto si la elección está motivada por la película de William Wyler protagonizada por Bette Davis)
Tras un período ni corto ni largo, ni interesante ni aburrido, sino todo lo contrario, más bien anodino, en cierto modo triste, y a la postre premonitorio, accedo a quedar con ella (entendámonos bien, que esto no ha resultado nada caballeroso, generalmente no tengo ningún problema en tomar un café con nadie, pero veía venir que no teníamos nada que hacer no ya como pareja, sino tan siquiera como amigos). Durante esta época de mail, Messenger, skype y teléfono lo único que saqué en claro es que era demasiado elitista, clasista, amiga de prejuicios y de juzgar apariencias… pero bueno, “un café no me va a matar” pensé y decidí dar el beneficio de la duda, por si acaso yo había malinterpretado a esta señorita.
La cita quedó fijada un viernes a las 17.30 hrs (hora zulú), lo cual era muy apropiado, dado que yo, los viernes de tarde, no trabajo, con lo cual si la cosa iba bien había margen temporal para cualesquiera sugerencias y, si iba mal, pues bueno, tampoco soy yo de buscar excusas…
Ese viernes surgió un problema de última hora y es que, al llegar a la oficina, de buena mañana, se nos presenta allí el territorial y un consultor de auditoría (ya sabéis lo que es un consultor externo, esos señores estirados, indefectiblemente engominados, con corbatas de Hermés –al menos en esto tienen buen gusto- que llega, coge tu reloj, te mira la hora, te dice que hora es y te cobra un pastón…). Así que estuvimos toda la mañana, perdón por la expresión, como "puta por rastrojo", a la carrera, revolviendo papeles, presentando informes, llamando a los inspectores etc…
Al acabar la auditoría (joía LOPD) el territorial me “informa amablemente” que he quedado para comer con él, con el auditor y con el inspector de red (posibilidades de escaqueo cero). Bueno, no pasa nada, comemos, tomo el café con esta gente y me voy a buscar a Jezabel pensé (comprobación de que tenía su móvil por si había que avisar de retraso mediante). Una comida bastante agradable la verdad, el territorial y el inspector de red son gente maja, con gracia y demás… el otro artista poco a poco se iba soltando, pero parecía que seguía examinándonos…
A los postres (cafés y chupitos) resulta que el auditor ya se había aflojado la corbata (¡!!) y nos desafía a una partidita de mus… y claro, cuando uno, como es mi caso, es el mejor jugador de todos los tiempos, pretéritos, presentes y venideros se ve en la obligación de advertirlo (frase: “chaval, tú no mides el miedo”). Una vez echados los reyes juego con el territorial de pareja (que es como tener una caja de sidra puesta en la silla, porque el jodido no sabe ni aguantarlas) pero aún así los dejamos zapateros, miro el reloj, ¡mierda las 17.10!, estamos en Gijón comiendo y yo he quedado en Oviedo… lo de cambiarme va a ser que no… informo de un compromiso previamente adquirido a los comensales, me burlo de los perdedores accedo a la revancha (apostando una cena al humo) y me voy. Me siento en el coche, son las 17.15 y estoy a unos 30 kms del lugar de la cita… conducimos “un poquito” por encima de los límites establecidos pero llego a tiempo a la terracita en la que habíamos quedado…
Lo que vi al llegar me dejó a cuadros, se me cayó la mandíbula al suelo y aún la estoy buscando.
Imagen del cuadro: minivestido (sólo medio suspiro más largo de la calificación XXX) elástico de leopardo (todo lo Justo Cavalli que tú quieras pero era “un poco” digamos… “zorreril”) con un escote por el que, (os juro por lo más sagrado que no es una exageración) le veía el ombligo, zapatos de tacón de aguja, de Jimmy Cho, stilettos de serie limitada acharolados en negro, con el tacón metálico, de tipo peeping toe, una camisa/blusa blanca, como de gasa transparente, desabrochada y anudada, de Dolce & Gabbana, más oro que en una boda gitana, un reloj que, ella, podría usar de cinturón de campeón de pressing catch de grande que era, de Bvlgari, gafas de sol de espejo, Rayban, formato cinemascope, con la montura de color rosa chicle… en total, una pasta indecente, porque encima era todo bueno, no había imitaciones allí… pero la imagen en su conjunto era… (cada uno que le ponga el adjetivo que más le guste)
Y allí estaba yo, que no me había cambiado de ir a trabajar, con un traje de entretiempo color café con leche, camisa blanca, corbata marrón oscuro, gemelos de plata y zapatos tipo castellano en rojo burdeos (a juego con el cinturón, que uno es muy mirado para esas cosas), pensando cómo era posible tener tan poco gusto para elegir, pudiendo elegir tanto… pero, hete aquí, que la imagen aún empeoró
Sentada en su silla al más puro estilo Bertín Osborne, con una rodilla en Cambados y la otra en Blanes, descalza de un pie que apoyaba en la silla, masticando chicle con la boca abierta y cara de asco, criticando a todo el mundo por su manera de vestir… efectivamente, la impresión que yo tenía se confirmó, clasista, elitista, despectiva para con todo y todos, maleducada… la Esteban era Pitita Ridruejo a su lado!!!
Así que fue otra cita que no salió bien, me escabullí con elegancia y clase lo mejor y más pronto que pude y añadí alguna que otra característica a la lista de mi “mujer perfecta” (que, casualmente, ninguna era de las que tenía Jezabel, sino que eran cosas más bien “no Jezabel”)
Moraleja: elegante no se está ni se deja de estar, se es o no se es… y no es cuestión de dinero ni de ropa, sino de educación, clase, estilo, corrección y savoir faire.

2 comentarios:

  1. Jajjajajajaajaj me has hecho reir con ganas!!! qué esperpento la tal Jezabel y bueno...el look no se vislumbraba algo en la foto de Meetic???
    ...pobrecillo qué mal trago tuviste que pasar :P

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  2. Hola Ali!!

    Pues no... las dos fotos que había en meetic eran de lo más normalicas... pasado el tiempo si que vi que hubo alguna modificación, pero después de este "susto" ya no me sorprendía...

    Bueno, mal trago, mal trago...

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